De nuestros antepasados romanos hemos heredado cosas como la lengua, el urbanismo, el derecho o la forma de comer.
Ya en el imperio romano existían los restaurantes o establecimientos de comida para llevar. Nos referimos a los TERMOPOLIOS. Eran establecimientos comerciales en los que se podían comprar alimentos listos para comer. Se consideran los antepasados de los restaurantes actuales, comparándose a veces los alimentos que servían con la comida rápida moderna. Estos locales servían principalmente a pobres o a quienes no podían permitirse una cocina privada, lo que a veces hacía que fueran desdeñados por los de clases más altas (que comían, por cierto, recostados y con las manos).
Un termopolio típico consistía en una pequeña habitación con un peculiar mostrador de albañilería delante. Empotrados en él había recipientes de barro (llamados ánforas) en los que se almacenaba la comida caliente o fría, según correspondiera. Algunos podían estar también decorados con frescos. Pueden visitarse ruinas de termopolios bien conservados en Pompeya y Herculano.
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