miércoles, 30 de noviembre de 2016

El asesinato, sin resolver, del general Prim

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Como ya hemos hablado en clase,  en la Historia de España también tenemos nuestro propio Kennedy. Estamos hablando del general Prim que fue uno de los generales más laureados del Ejército español y a sus 56 años el hombre más poderoso de España. En el momento de morir era presidente del gobierno y ministro de Guerra, capitán general de los Ejércitos, marqués de Castillejos y conde de Reus. 

Juan Prim Prat, nacido en Reus en 1814 a finales de diciembre, y siendo hijo de notario, creció en un ambiente familiar típico de la burguesía acomodada.


Prim era el principal valedor del nuevo rey de España, Amadeo I de Saboya, habían transcurrido dos años desde que fuera derribada Isabel II. La intención del parlamento era mantener una monarquía democrática y fue deseo de Prim que nunca un Borbón volviera a ser el jefe del Estado. Esta opinión quedó manifestada en su famoso discurso de los tres jamases: 
"No debe aplicarse la palabra jamás, pero es tal la convicción que tengo de que la dinastía borbónica se ha hecho imposible para España, que no vacilo en decir que no volverá jamás, jamás, jamás". 
El atentado que acabó con la vida de Prim se produjo la Navidad de 1870. Se trata de uno de los mayores misterios de nuestra historia política, porque nunca se ha esclarecido quién fue el autor intelectual, que diríamos hoy, del asesinato. En el año 2014 se celebró el bicentenario de su nacimiento. Para los actos de conmemoración que se prepararon en Reus, su ciudad natal, se exhumó su cuerpo embalsamado. La versión oficial había sostenido que Prim murió tres días después del atentado y a causa de las heridas producidas por los disparos que recibió. Sin embargom, una reciente investigación de Francisco Pérez Abellán dice que Prim murió tres días antes de lo que entonces se dijo (se esperó para dar la noticia de su muerte a que ya estuviera en España el rey Amadeo) y a manos de personas de su total confianza porque fue rematado por estrangulamiento.

El 27 de diciembre de 1870 el presidente del gobierno salió  del Congreso y se subió a la berlina con el objetivo de llegar hasta el Ministerio de la Guerra, donde tenía su residencia. Mientras su vehículo recorría la calle del Turco (la actual Marqués de Cubas), dos coches de caballos le cortaron el paso al líder político del momento y el hombre más importante del país. Sin previo aviso, varios sujetos se acercaron hasta la berlina y dispararon contra los ocupantes (Prim, su ayudante y el general Moya). Tras los hechos, Prim quedó herido de muerte.

Jamás se ha llegado a identificar al verdadero responsable. Entre los sospechosos de planear su muerte están el republicano Paul y Angulo, que amenazó de muerte a Prim la misma tarde del atentado; el duque de Montpensier (cuñado de Isabel II, candidato de la Unión Liberal para ser rey de España y que también había financiado parte de la revolución gloriosa para llegar al trono) y el propio general Serrano (el "general bonito" como le llamaba Isabel II cuando era su amante. Éste apoyaría la revolución contra la reina y después se convertiría en regente y mano derecha de Prim. En fin, uno de los mayores oportunistas de la historia de España que tiene a su nombre una de las avenidas comerciales más importantes de Madrid, la calle Serrano, en pleno centro de la capital). 
En 1872, uno de los biógrafos de Prim, Orellana, comentó en su libro: 
“Todos los partidos políticos condenaron el crimen; y, sin embargo, éste no pudo ser obra de una venganza personal ni menos un asesinato pagado. No se ejecuta una venganza recurriendo a diez, o doce, o veinte o más hombres, que fue el número de los que probablemente intervinieron en aquel acto. No hay nadie que pudiendo pagar tantos criminales pueda comprar su secreto y se exponga de ese modo a la eventualidad de un arrepentimiento o de una indiscreción. No; el asesinato de Prim fue obra de muchos, concertado en algún conciliábulo político, en alguna sociedad secreta o en algún centro de malvados enemigos de España”. 
En fin, ¿qué hubiera pasado si Prim, principal valedor de un rey democrático, no hubiera sido asesinado? La respuesta y otras muchas cuestiones interesantes sobre lo que estamos viendo en clase lo tienes pinchando aquí

Además,  Prim sería el primero pero...no el último. En esta imagen podemos ver otros presidentes del gobierno de España asesinados en atentados. 

La diferencia principal es que sí se conocen a los culpables (los anarquistas y ETA) mientras que el asesinato de Prim siempre quedó sin resolver.

Saludos,
nos vemos en clase.

martes, 15 de noviembre de 2016

Isabel II de España, "la de los tristes destinos"

En clase estamos acabando el reinado de Isabel II. Como hemos comentado su reinado duró 25 años (más otros 10 años de regencias) y estuvo salpicado de escándalos y vaivenes políticos. Otros 35 años, hasta 1904, estuvo en el exilio parisino, viviendo en la céntrica avenida Kléber, en el famoso Palacio de Castilla ( en cuyos salones abdicó sólo dos años después de su destierro a favor de su hijo Alfonso XII). Edificio conocidísimo en París por convertirse, más tarde, en el legendario hotel Majestic, después en sede de la Gestapo durante la II Guerra Mundial, y donde se fundó la Unesco y se negoció la paz de Vietnam. 


El Palacio de Castilla en tiempos de Isabel II en el exilio parisino

La reina Isabel II siempre tuvo muy mala prensa. Lo que se podía disculpar en un varón resultaba inaceptable en una mujer. Hay que reconocer que los escarceos amorosos de una Reina podían tener consecuencias más graves que los de un Rey (ha habido muchos bastardos en la historia de los reyes españoles) ya que estaba en juego la legitimidad dinástica. Isabel II tuvo ocho partos pero le sobrevieron cuatro infantas (Isabel, Paz, Eulalia y Pilar) y Alfonso (el príncipe de Asturias o heredero). Los padres de toda esta prole fueron variados, esa es la verdad. 

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/4/4f/Isabella_II_and_Consort.png/220px-Isabella_II_and_Consort.pngLa reina y su marido (Francisco de Asís, apodado Paco Natillas por su voz amanerada y su fama de homosexual) no fueron un matrimonio bien avenido ni por amor. La pareja siempre estuvo en el punto de mira de los chascarrillos del pueblo como el que decía aquello de; Isabelona, tan frescachona y Don Paquito, tan mariquito...

Isabel II y Francisco de Asís de Borbón, su marido. 
Circa 1860


 En fin, el escarnio, la grosería y las acusaciones fueron feroces, más en el contexto del triunfo de la revolución de septiembre de 1868.   En 1869 los hermanos Bécquer publicaron un libro con ilustraciones pornográficas como la que se muestra más abajo.



Una de las famosas ilustraciones pornográficas del libro de los hermanos Gustavo y Valeriano Bécquer

El daño ya estaba hecho y el comportamiento escandaloso de la reina (casada a la fuerza por motivos políticos con quien no quería) , por ser mujer, desprestigiaría su figura y la institución monárquica. Sólo Galdós, en la última entrevista que se le hizo a la ya anciana reina, en 1902 se dejó ganar por su campechanía y la denomino "la de los tristes destinos" que he utilizado como título de este post.

La reina pronto abdicó en su hijo, el futuro Alfonso XII, empujada por el artífice de la Restauración borbónica seis años después del exilio: Antonio Cánovas del Castillo. Entonces era ya una apestada política a la que sólo se le permitió volver a España en contadas ocasiones. Cuando murió, en 1904, su nieto Alfonso XIII se negó a interrumpir su viaje oficial a Cataluña para acompañar los restos mortales de su abuela a El Escorial.

Todo ésto lo cuenta magníficamente la historiadora Isabel Burdiel, Premio Nacional de Historia de España en 2010 por la biografía escrita sobre la reina titulada Isabel II. Una biografía (1830-1904). Isabel Burdiel es profesora de historia contemporánea en la universidad de Valencia. Ella y Mª Cruz Romeo me enseñaron todo lo que sé sobre la historia contemporánea de nuestro país.

En esta biografía esta magnífica profesora nos ha devuelto una Isabel II mucho más comprensible, cercana y alejada de las caricaturas distorsionadoras y llenas de bajezas o insultos que todavía circulan por algunos libros de historia. Su reinado fue decisivo para la construcción del Estado liberal y un primer régimen de convivencia política en España. Intento no superado por las verdades y los tópicos de la España decimonónica: la intransigencia religiosa, la ambición de sus generales y políticos, la falta de educación y cultura de un pueblo embrutecido, los pronunciamientos, las revoluciones y el cainismo español, el odio contra allegados o afines.

Antes de despedirme vamos a repasar lo visto en clase a través de esta imagen. Explica a partir de lo que ves en ella los principales problemas de la última etapa del reinado de Isabel II (1856-1868). Pinchando aquí podéis ver un video resumen.
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Nos vemos en clase,
Victoria.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Pronunciamiento fallido del Cuartel de San Gil (verano de 1866)


¡¡Hola a todos!! Estamos viendo en clase el reinado de Isabel II de Borbón. Estamos acabando el tema y estudiando las causas del final de la monarquía en España y el advenimiento de la dinastía de Saboya, primero, y la primera república (11 de febrero de 1873) después.
Al final del verano de 1866 se firmó el Pacto de Ostende (entre el partido demócrata y el progresista, después, en 1868, también se uniría la Unión Liberal. El pacto tenía como objetivo derrocar a la reina Isabel II). Pero ¿qué pasó aquel verano? ¿qué hizo que una institución, como la monarquía, que llevaba en España desde el siglo VII fuera derrumbada? Fueron muchos los factores, pero en este post voy a hablar del pronunciamiento fallido del cuartel de San Gil, situado entonces en la actual plaza de España de Madrid (lugar que visitaremos en el viaje que tenemos proyectado para el mes de febrero).

Solar que ocupaba enteramente el Cuartel de San Gil, en la Plaza de España de Madrid

“Madrid era un infierno” dijo Benito Pérez Galdós, recién llegado a Madrid desde su tierra canaria, sobre el pronunciamiento en el verano de 1866 del Cuartel de San Gil, situado en el centro de la Plaza de España, donde ahora están los jardines del monumento a Miguel de Cervantes.

Muy mal tenían que estar las cosas para decir lo que dijo. Lo estaban, ciertamente, a tenor de la Matanza de San Daniel, el 10 de abril de 1865, la primera huelga estudiantil de la historia española, en la que murieron 14 personas y hubo más de 100 heridos. Los manifestantes estaban en desacuerdo con la expulsión de la universidad del catedrático Emilio Castelar, que unos días antes había escrito unos artículos contrarios a la reina Isabel II. A los estudiantes se les unieron los progresistas y demócratas contrarios al gobierno moderado de Narváez. Los hechos ocurrieron en la muy conocida por todos Puerta del Sol (que también visitaremos en el viaje).
Pues bien, un año después Madrid se volvió a revolucionar. Fue el  22 de junio de 1866, otra página negra, casi insólita, del reinado convulso de Isabel II, que acabó en 200 muertos, cientos de heridos, y 66 sargentos fusilados ante los muros de la plaza de toros, entre los días 25 y 30 de junio.  Aquel día, un testigo de excepción, Benito Pérez Galdós, vio el infierno de Madrid “entre despojos de la hecatombe y el rastro sangriento de la revolución vencida”.

Aquellos hechos pusieron de manifiesto la crueldad del sistema gubernativo para atajar los pronunciamientos, tantos como hubo, desbaratados siempre hasta el definitivo de 1868, que unas veces acabaron en destierros y exilios temporales, y otras, las más, en cárceles y fusilamientos. Mientras, los otros, los del poder que sostuvo el régimen, intentaron enderezar la situación eliminando opositores, periódicos y suprimiendo derechos. 

Benito Pérez Galdós: “Desde la casa de huéspedes de la calle del Olivo, en que yo moraba con otros amigos, puede apreciar los tremendos lances de aquella luctuosa jornada. Madrid era un infierno. A la caída de la tarde, cuando pudimos salir de casa, vimos los despojos de la hecatombe y el rastro sangriento de la revolución vencida. Como espectáculo tristísimo, el más trágico y siniestro que había visto en mi vida, mencionaré el paso de los sargentos de artillería llevados al patíbulo en coche, de dos en dos por la calle Alcalá arriba, para fusilarlos en las tapias de la antigua plaza de toros.” Galdós vivía en la calle que cita, desde donde vio pasar el cortejo de los sargentos, llevados de dos en dos en simones.
La sublevación fue un motín militar contra el régimen de Isabel II, alentado por los partidos progresista y demócrata con la figura del general Prim en todo lo alto, dando órdenes desde Hendaya, al lado de la frontera española, en lugar seguro mientras no viese las cosas claras en Madrid.

Se eligió un cuartel de la capital desde el que desencadenar el pronunciamiento, y se pensó en el de San Gil por el grado de descontento que venían padeciendo los suboficiales; una mayoría de sargentos a los que las nuevas disposiciones les impedía ascender en plazos razonables. No importa ahora las razones. Los planes se trazaron con todo el rigor que requería el levantamiento militar.


Esta foto corresponde al exterior del Cuartel de San Gil, donde se ven varios cañones de gran alcance. La foto figura hecha en 1866.
Dueños del Cuartel de San Gil, los sargentos sacaron una treintena de cañones, además de movilizar a unos mil doscientos soldados de la guarnición. Todos se dirigieron por Leganitos y Preciados hacia la Puerta del Sol. Mucha gente civil se les unió en el camino. Era media mañana cuando empezaron a oírse los primeros disparos desde Preciados hacia Sol. La lucha por Madrid duró todo el día. El pánico de la gente civil debió de ser inimaginable. Muchos huirían de la ciudad a los pueblos limítrofes. Pero todo empezó a ir de mal en peor.
Los sargentos no habían conseguido obtener el apoyo esperado de otros cuarteles, no quedándoles más salida que replegarse hacia San Gil y allí hacerse fuertes hasta rendirse o morir. Soluciones de otra parte ya no iban a llegar. El cuartel fue asaltado el día 23 a cañonazos y por fuerzas al mando del general Francisco Serrano, que sofocó el motín entre más muertos y detenidos. Se habló de cientos. El cuartel quedó totalmente destrozado. Serrano logró apresar a 66 sargentos insurrectos, que fueron juzgados en tres días. Entre el 25 y el 30 fueron pasados por las armas. Un tiempo después, el duro general Serrano volvería, pero en esa ocasión para luchar contra el régimen de Isabel II. Asombroso.


Lo sargentos que se rebelaron, 66, acabaron todos fusilados.



Un saludo, nos vemos mañana...
Victoria

martes, 13 de septiembre de 2016

Hola a todos!!
Hoy hemos empezado el tema del relieve que podéis ver pinchando aquí.

Un saludo,
Victoria