Diego Velázquez, colección del Museo del Prado
Margarita de Austria (mujer de Felipe III) a caballo
Fuente: INMACULADA ALBA EL ESPAÑOL
8 de marzo de 2017
Se ha repetido muchas veces que el siglo XXI es el siglo de las mujeres. Aunque aún queda mucho por hacer, su presencia en la sociedad es cada vez más destacada: son mayoría en las aulas universitarias, incluso en carreras que hasta hace poco parecían dominio del varón, como la ingeniería o la arquitectura. Ya no es extraño ver mujeres dirigiendo empresas, magistradas, políticas, banqueras. Parece que empiezan a verse los resultados de un largo proceso de lucha después de siglos de oscuridad e invisibilidad para la mujer.
Sin embargo, la actividad de los movimientos feministas y el proceso de emancipación de la mujer iniciados en el siglo XX oculta, en ocasiones, la acción de mujeres en siglos pasados que tuvieron un papel decisivo en la historia, desmintiendo así el tópico de que las mujeres apenas han ejercido el poder hasta la actualidad. Cuando uno se acerca con una visión libre de prejuicios a la historia, descubre la labor decidida de muchas mujeres que han pasado desapercibidas y a las que se dedica a veces tan solo unas líneas en los manuales de historia.
Un ejemplo es la importante influencia política de las mujeres de la dinastía Habsburgo durante el siglo XVI en la monarquía hispánica. El emperador Carlos V se dio cuenta de la valía de sus tías, hermanas, esposa e hijas y supo apoyarse en ellas para dirigir los destinos de España y, sobre todo, defender los derechos de la dinastía Habsburgo. Algo que aprendió también su hijo Felipe cuando le tocó gobernar sus extensos dominios.
Margarita de Austria y María de Hungría gobernaron un territorio tan complejo como los Países Bajos
Mujeres como Margarita de Austria y María de Hungría, tía y hermana de Carlos V respectivamente, gobernaron con sabiduría y prudencia un territorio tan complejo como era en ese momento los Países Bajos. Ellas triunfaron donde hombres como el duque de Alba o Juan de Austria fracasaron. Margarita demostró también sus habilidades pacificadoras cuando consiguió -ayudada por Luisa de Saboya, madre de Francisco I- que Francia y España firmaran la famosa Paz de Cambrai, más conocida como la Paz de la Damas, en 1529.
Carlos dejaba en manos de su esposa, Isabel de Portugal, el gobierno de España a causa de sus innumerables viajes para mantener la hegemonía hispánica en Europa. Las cartas de Isabel a su marido, informándole de sus decisiones de gobierno, muestran una mujer inteligente y culta, hábil para salir airosa de situaciones comprometidas y con una fuerte apuesta por la paz.
Felipe II siguió los pasos de su padre apoyándose en sus hermanas e hijas, además de pedirle a su tía María de Hungría que continuara gobernando los Países Bajos cuando ella quería retirarse. Las hermanas de Felipe le prestaron una enorme ayuda. Tanto María como Juana de Austria, sobre todo esta última, gobernaron España como regentes durante las ausencias del rey. María, casada con Maximiliano de Habsburgo, dirigió en Viena un auténtico servicio de espionaje para ayudar a los intereses políticos de su hermano Felipe. La hija preferida de Felipe II, Isabel Clara Eugenia, recibió una esmerada educación y se encargó de administrar -junto con su marido- el Franco Condado.
Gran parte del patrimonio artístico del Museo del Prado se lo debemos a María de Hungría o Margarita de Austria
No solo las mujeres Habsburgo destacaron por su capacidad de gobierno. Este es el siglo de Luisa de Saboya, regente de Francia, de Catalina de Aragón, de Margarita de Parma y de la reina Isabel I de Inglaterra.
La actividad política que desarrollaron con gran inteligencia nos habla no solo de sus capacidades, sino también de la educación que recibieron, de su independencia a la hora de tomar decisiones y del respeto que suscitaban. No vieron mermado el ejercicio del poder por el hecho de ser mujeres. Al mismo tiempo, hay algunas características comunes que sobresalen en todas ellas.
Fueron mujeres conciliadoras, amantes de la paz por la que trabajaron duramente. Mecenas de las artes, convirtieron la corte en verdaderos centros de cultura donde se protegía y valoraba a los artistas. Gran parte del patrimonio artístico del Museo del Prado se lo debemos a María de Hungría o Margarita de Austria que fueron grandes coleccionistas e impulsaron el trabajo de artistas que empezaban a despuntar entonces. Desarrollaron también una importante labor de beneficencia y se preocuparon por mejorar las condiciones de vida de los más pobres.
Las mujeres han demostrado que se puede trabajar por hacer un mundo mejor desde una perspectiva femenina
El modo de hacer de estas mujeres lanza un mensaje a las mujeres políticas del siglo XXI. La mujer no tiene que ser una copia del hombre cuando entra en el mundo político. Puede hacer una labor genuina en beneficio de la paz, de la integración, de la cultura. Puede ser promotora de civilización y preocuparse por las personas.
Mujeres como María de Hungría, Juana de Austria o Isabel de Portugal nos enseñan que no hay que tener miedo, aunque se muevan en un entorno mayoritariamente masculino. Que cuando se tienen las ideas claras y la sabiduría necesaria se puede trabajar por hacer un mundo mejor desde una perspectiva femenina.
Es importante hacer más visibles a estas mujeres que, aunque lejanas en el tiempo de nosotras, nos siguen dando lecciones de integridad y prudencia ante problemas que no son tan diferentes de los del mundo en que vivimos.
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*** Inmaculada Alva es GENOVIFEM de la Universidad de Navarra. GENOVIFEM es el acrónimo del grupo de investigación: El genio oculto: la visibilidad femenina ayer y hoy.
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